MACARIO BRIONES EL ROBIN HOOD O EL TERROR DE SU PUEBLO

 


Don Maca o el Profe

MACARIO BRIONES UN TIPO DURO QUE REGALABA LO ROBADO A LOS RICOS A LOS DESVALIDOS DE MANABÍ

Para quienes tienen más de treinta años de edad, el nombre de Macario Briones Menéndez será difícil y hasta casi imposible de olvidar.

Fue sanguinario, no tuvo contemplación ni piedad. La historia lo señala como matón, violador y drogadicto.

A base de acciones negativas y de las armas, personajes como Macario Briones Menéndez, alias “Don Maca” o “El Profe”; Ángel García Macías, alias “Cartucho” o “Angelito”; Mauricio Montesdeoca, alias “El Justiciero”, entre otros, fueron en su momento sinónimo de terror.

Pero como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, los “dioses del miedo” cayeron víctima de las balas.

Ahora sus restos reposan en los mismos cementerios a donde enviaron a decenas de rivales del hampa y también a personas inocentes. Aquí su historia:

EN LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ

Llegó a la Universidad Técnica de Manabí en 1997 para formar una fuerza de choque, es decir dar protección a los dirigentes estudiantiles; sin embargo, y antes de que se dieran cuenta sus autoridades, “Don Maca” o “El Profe”, como le decían, terminó tomando el control absoluto de la antigua UTM.

Mató decenas de personas. Violó innumerables mujeres. Buscó siempre lo mejor y lo tomó sin siquiera pedir permiso.

Quiso congraciarse con las personas pobres. Parte de lo robado a los ricos lo regaló a los desposeídos, ellos lo adoraban, lo querían.

LA LEYENDA

Macario Briones  protegía a la dirigencia de la Federación Ecuatoriana de Estudiantes Universitarios (FEUE) filial Manabí. Fue a finales de aquel año en que se produjo el asesinato de Jorge Jalil Ballesteros, quien ocupaba la presidencia de la Federación y buscaba la reelección. El crimen nunca fue esclarecido. Las balaceras entre los bandos políticamente contrarios se daban a diario y la inestabilidad era la regla. Sin embargo, no había rostros ni manos empuñando el cañón, hasta que un hecho lo cambió todo. Al año siguiente, a plena luz del día, dentro de la Universidad y ante la mirada de varios testigos, Briones mató a uno de sus cuñados porque era un marido infiel y abusivo, que golpeaba a su hermana.

El arranque de rabia lo signó como tipo duro, y subió un peldaño en la escala que lo puso como un hombre de temer, y muy rápido se corrió el rumor: “al recién llegado no le tiembla la mano...” y fue así que la leyenda comenzó a crecer.

LA “U” EL FORTÍN PERFECTO

La UTM era autónoma, impenetrable, el escondite perfecto, y “Don Maca” la transformó en su fortín. Enlistó a un pequeño séquito armado, como si se tratase de estudiantes comunes y corrientes; estudiantes que, obviamente, nunca iban a clases y nunca recibían amonestaciones por sus faltas.

En la calle ya se sabía que “El Profe” vendía protección, primero a los profesores, luego a las autoridades y finalmente a civiles que nada tenían que ver con el ambiente universitario. Su mandadero personal era un vendedor de naranjas que, a cambio de que Macario comprase la canasta entera, aceptaba caminar unas cuadras y traerle botellas de agua con gas.

Fue Briones quien reconoció tener una banda de robacarros que escondía los autos en los patios de la Universidad, y tuvo como mano derecha a otro de los más oscuros personajes de la historia manabita: Ángel García Macías (a) “Cartucho” o “Angelito”.

LA MUERTE DEL PERIODISTA HÉCTOR TOSCANO

Los abusos de confianza de “Cartucho” con su maestro, hicieron que este lo botara de la Universidad, y se refugie en Manta; allá terminó matando al periodista Héctor Toscano, de diario El Mercurio, del 4 de diciembre de 1983.

“Cartucho”, en una carta dirigida al director de Radio Cristal, Armando Romero Rodas, hizo una confesión que lo enterró: “Sí maté al periodista Héctor Toscano. Lo hice porque yo se lo advertí. Le dije que no se metiera conmigo, publicando lo que él no había comprobado, me dijo que él no me tenía miedo y ya ven lo que pasó: se fue a hacerle reportajes a Don Sata”.

Toscano era uno de los pocos reporteros que lo señalaba con nombre y apellido. En la misma carta, García acusa a Briones de criminal, violador, drogadicto y de recibir cheques del entonces rector de la UTM; llega a decir: “Ahora quiere lavarse las manos pues sabe que la justicia tiene puestos los ojos en mi persona, quiere tirarme todos los muertos a mí”. Y Briones, en una movida inteligente, aunque algo ingenua, responde sin ponerse a su nivel: “Me llaman el maestro de Cartucho, trató que lo acompañara en sus andanzas, pero eso era imposible, yo personalmente lo boté, no se lo mandé a decir con nadie, si fuera hombre de verdad allí mismo hubiera actuado, pero no lo hizo, porque sabe la rapidez de mi mano. Mi pasado quedó atrás hace mucho tiempo, quiero demostrar a mis familiares que estoy dedicado a realizar buenas acciones a favor de los pobres, de los campesinos, de los niños que fueron como yo, y que por algún error pueden verse envueltos en la vida delictiva”.

Cartucho murió baleado en un operativo policial el mismo día en que apareció la carta de Macario, el 14 de enero de 1984. Dormía desnudo, la casa era de una planta y estaba ubicada en el sitio El Arroyo, a ocho kilómetros del puerto, en la carretera que conduce hacia Portoviejo.

NIÑEZ LLENA DE POBREZA

Según lo dijo en su momento, “Don Maca” tuvo una niñez llena de pobreza e incomprensión. Reconoció que encontró en el delito una manera de vivir y de sobrevivir.  Pasó sus primeros años en la parroquia San Pablo, su padre trabajaba en el campo. En la adolescencia se le acusó de un homicidio, que sigue en el misterio. Partió para el Guayas y tras varios “actos de supervivencia” en la vida delictiva, cayó en la Penitenciaría del Litoral. Pero no estuvo encerrado mucho tiempo, logró fugarse y, esto es tal cual cuenta la leyenda, mientras se escapaba recibió un balazo en uno de sus glúteos. Se las arregló para esconderse de los vigilantes y fue rescatado por una familia de una comunidad rural. Ellos lo curaron, le dieron techo, pan, y Macario les devolvió el favor enseñando a leer a los niños del poblado; de ahí, según la tradición oral, viene el apodo de “El Profe”.

EL QUE A HIERRO MATA…

Macario Briones tenía cuarenta años, pelo castaño, medía uno setenta y cinco, usaba barba y bigote, y por motivos de seguridad cambiaba constantemente de estilo. Pero tres disparos terminaron con su vida.

El 11 de febrero de 1985 fue abatido en los predios de la universidad. La bala con la que mataron a “El Profe” era una dum-dum calibre 38. Esta clase de proyectil tiene una pequeña perforación en la cresta, o sea que cuando impacta no se va de largo, se queda y revienta.

Así terminó la vida de don Maca, el Robin Hood o el terror de Manabí, ustedes juzguen amables lectores.

 

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