Doctor Modesto Carbo Noboa, un auténtico ser humano
Dr. Modesto Carbos Noboa EL APÓSTOL DE LA MEDICINA QUE SIRVIÓ A LA HUMANIDAD DOLIENTE. El doctor Modesto Carbo Noboa nació en Guayaquil el 23 de Julio de 1890. Sus padres fueron Juan Modesto Carbo y Amador y Tomasa Noboa Baquerizo, guayaquileños. El segundo de una larga familia patriarcal compuesta de trece hermanos, ninguno de los cuales contrajo matrimonio para poder cuidar a la mamita hasta el final de sus días. PERDIERON SUS BIENES Su tía Mercedes Carbo y Amador le enseñó las primeras letras. Para el Incendio Grande de 1896 viajaron a Daule, donde permanecieron varios meses, pues habían perdido todos sus bienes. En 1897 fue matriculado en el Colegio de San Luis Gonzaga, primeramente dirigido por el Canónigo José María Santistevan Plaza. Luego realizó la secundaria en el Vicente Rocafuerte. Fue el mejor alumno y se graduó de Bachiller en Filosofía el 13 de Abril de 1909 sin perder jamás un solo punto. Por eso su profesor de Ciencias Naturales, Francisco Campos Rivadeneira le consiguió el nombramiento de Profesor agregado en esa materia. INGRESA A LA UNIVERSIDAD Movido por su deseo de servir a la humanidad doliente ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil y sobresalió de inmediato entre los mejores alumnos. El 7 de abril de 1914 se licenció y la Junta Administrativa de la Universidad de Guayaquil le nombró interno de la Sala San Vicente del Hospital General y Prosecretario de ese establecimiento, donde actuó en varias ocasiones como Secretario encargado. El autor de esta nota junto al vehículo del apóstol de la medicina MEJOR ALUMNO En 1915 conquistó el codiciado Premio Julián Coronel por ser el mejor alumno en la asignatura Clínica Interna, consistente en un hermoso reloj de oro tipo bolsillo con su cadena del mismo metal. En ausencia del Dr. Julián Coronel le reemplazaba en la Sala San Vicente. También actuaba en otros campos de la medicina. Era Jefe del Laboratorio de Bacteriología y se aficionó a la investigación científica. Ese año colaboró con un artículo largo "Un caso raro de Paraplejia de Erb" que presentó al Congreso Médico Ecuatoriano realizado en Guayaquil. EN EL ALEJANDRO MANN En enero de 1916 fue designado Médico suplente de la Sala Santa María del Hospital de niños Alejandro Mann. Desde el 1 de Septiembre logró la titularidad y se especializó en pediatría. En dicha Sala permaneció medio siglo sirviendo al prójimo como se había propuesto. Examinaba con detenimiento, charlaba, aconsejaba y finalmente dejaba un consejo y la receta. Era el clásico médico de familia, amigo querido, respetado y hasta confesor de secretos. DOCTORADO EN MEDICINA El 20 de Mayo alcanzó el Doctorado en Medicina y Cirugía con notas Muy Sobresaliente. Su maestro, el Dr. Julián Coronel, que le quería y apreciaba como a hijo, quiso enviarlo por su cuenta a especializar a París. Modestito le agradeció emocionadamente el generoso gesto pero decidió quedarse, sacrificándose en aras de la tranquilidad económica de sus padres y hermanos que no tenían lo suficiente para vivir, y puso su Consultorio en la Avenida Olmedo. SUS MAESTROS Otros de sus maestros, el Dr. José Ramón Boloña Rolando, le designó Profesor sustituto de la cátedra de Parasitología y Medicina Legal, desempeñando durante sus primeros diez años del 1916 al 1926, las siguientes: Medicina Legal, Parasitología, Moral Médica, Patología General, Semiología, Patología Interna, Clínica Médica Pediátrica, Psiquiatría, Clínica Psiquiátrica y en los siguientes veinte años, de 1926 al 1946, Patología Tropical y Clínica Médica Tropical. En 1918 se convirtió en uno de los más asiduos colaboradores que tuvo el sabio investigador japonés Hideyo Noguchi en Guayaquil, de quien aprendió numerosas técnicas como la de los caldos de cultivo, etc. Entre el 1922 y el 1923 aparecieron varios artículos suyos en francés, idioma que había aprendido con los hermanos Cristianos de esa nacionalidad en el San Luis Gonzaga, comentando hechos y personajes relacionados con la medicina. ARTÍCULOS CIENTÍFICOS En 1922 comenzó a colaborar en el diario "El Telégrafo" y en los "Anales de la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas" con artículos científicos y de actualidad, con presentación de cuyes, colecciones experimentales de hicterohemorrágica, etc. Pirexias tropicales, diagnóstico bacteriológico de la fiebre amarilla, tesis que resultó equivocada pues la enfermedad es ocasionada por un virus, nuevos casos de lectopirosis astenoalgia, el síndrome Cefaplégico de Fernández Figueira en el Ecuador. En eso de la fiebre amarilla siguió el error de su maestro Noguchi que la confundió con la leptospira hicterohemorrágica hallada en Guayaquil. MUERE SU PADRE En 1927 falleció su padre y tomó a cargo todo el peso de la familia, a la que no abandonaría jamás, pues le correspondió enterrar a todos sus hermanos menos uno. Por eso y por su bondad increíble, ha sido calificado acertadamente de santo laico. En 1928 recordó a Noguchi al conocer su muerte. Estaba en la plenitud de su vida, considerado un joven pero experimentado investigador, especializado en enfermedades tropicales. SU FORD COUPE Ya disponía de un vehículo marca Ford modelo Coupe y capota alzable, con el que se trasladaba a visitar a sus pacientes y que usó hasta los últimos días de su dilataba vida, convirtiéndose en una figura conocidísima y folklórica de la ciudad. DECANO DE LA FACULTAD DE MEDICINA
RECTOR ENCARGADO Tras la revolución del 28 de Mayo de 1944 y al producirse la excusa del Dr. Rafael Mendoza Avilés, se encargó del rectorado de la Universidad de Guayaquil como Decano más antiguo y colaboró en la redacción del proyecto de la nueva Ley de Educación. HORAS ENTERAS DE INVESTIGACIÓN Pasaba horas enteras hasta la medianoche encerrado en su laboratorio de la Dirección Nacional de Sanidad, auxiliado económicamente por María Luisa Luque Rohde de Sotomayor, quien le permitió adquirir caballos y conejillos de indias para sus experimentos. Años de agotadores esfuerzos en pro de la verdad que sin embargo no rindieron frutos apetecidos pues le hacía falta el equipamiento moderno y sofisticado que ya se conocía. Quizá si hubiera vivido en un medio económicamente más desarrollado, en contacto con otros científicos y mantenido por alguna Fundación.¡Tenía talento y vocación suficientes! En 1952 denunció la existencia del dengue en Guayaquil, enfermedad que reapareció en 1990 aunque en su forma más benigna, la no hemorrágica. En 1953 constituyó la Junta Cívica de Guayaquil con Francisco Arízaga Luque y Rafael Mendoza Avilés entre otros patricios. FIGURA AMABLE Y PATRIARCAL El 7 de Noviembre de ese año el Congreso Nacional expidió un honrosísimo Acuerdo por su labor. Su figura amable y patriarcal y su carrito que ya no tenía pique ni velocidad y solo desarrollaba hasta treinta kilómetros por hora le hacían parte importante de la ciudad. Es verdad que los demás conductores le cedían respetuosamente el paso, evitándole dificultades y hasta colisiones, pues como sufría de escoliosis pronunciada, apenas si podía mantener la cabeza erguida y casi ni se le veía al volante, de tan inclinado que estaba. CURIOSO ARTÍCULO En 1962 escribió para "El Universo" un curioso artículo titulado "Ninguna dignidad es superior a la Virgen María" y otro sobre "La reafirmación de la doctrina de la Virgen y el Concilio Vaticano II" que fueron aplaudidos únicamente por su antiguo amigo el Cardenal Carlos María de la Torre, quien le felicitó por telegrama. Ese año, durante el homenaje que la ciudad rindió a Pedro Carbo, con motivo del centenario de fundación de la Biblioteca Municipal, tomó la palabra al pie de la estatua y en nombre de la familia, pero no habló de Carbo ni de la Biblioteca sino de otros temas. UN ÁNGEL DE CARIDAD Nadie podía disgustarse con Modestito porque era un “Ángel de caridad” y el ser más bueno de la ciudad. Dicho criterio, enunciado sin ninguna malicia, reflejaba fielmente el consenso popular sobre sus virtudes, le decían un “Ángel de amor”. Protector de sus hermanas viejas, solteras, enfermas y desvalidas agregó otra que se las picaba de erudita conocedora del medio, era profesora municipal y próxima a jubilarse. En 1963 fue nombrado Vicepresidente de la Comisión Finlay en el Ecuador y al mismo tiempo un numeroso grupo de choferes muy respetuosamente le pidió su autorización para poner su nombre a una Cooperativa de Transporte que estaban formando. Tal su popularidad entre el pueblo, el bondadosísimo galeno no se la negó, comenzaron a proliferar los taxis Carbo Noboa con su efigie en el vidrio posterior. AL MÉRITO CÍVICO El 1966 recibió la Medalla Municipal al Mérito Cívico equivalente al título de "El mejor Ciudadano". En 1968 defendió desde "El Universo" las garantías constitucionales de la Junta de Beneficencia. En 1970 trató en "El Telégrafo" sobre la peligrosa iniciativa del Congreso para lograr la extinción de las entidades autónomas de finalidad social. En 1971 renunció en el Hospital Alejandro Mann tras 55 años de continuos servicios y se acogió a una merecida Jubilación. Se dijo que la mayor parte de su esfuerzo lo había obsequiado en su consultorio a la numerosa clientela que atendía gratuitamente y como médico sin sueldo de los Asilos Manuel Galecio, José Domingo de Santistevan y Mercedes Calderón de Ayluardo. En 1972 recibió la Medalla de Oro al Mérito institucional de la Sociedad Filantrópica del Guayas. Estaba anciano, más encorvado que nunca y pasaba momentos difíciles. SOLO Y ENFERMO Muertos sus hermanos, solo sobrevivía Rafael, al que llevaba casi veinte años de diferencia; se sentía solo, como perdido. Desde hacía mucho tiempo vivía en un departamentito de madera en la Avenida Olmedo y Chile, esquina suroeste, se subía a un corredor donde estaba una hermosa y antigua pila bautismal de mármol italiano color blanco. En la sala los muebles de esterilla que alguna vez hablan sido de lujo ya eran inservibles. En una esquina un busto espléndido del Presidente Noboa y el resto nada, aunque tenía hermosas fotos de familiares, tan antiguas como su dueño. Por eso, en los años setenta, la soledad en que vivía le fue apretando dentro de una ciudad que había cambiado tanto y ya no era la suya. Salía muy de mañana a sus visitas domiciliarias que en ello fue quizá el último médico que las practicó con el Dr. Rafael Mendoza Avilés, y regresaba a eso de las ocho de la noche del consultorio. Ya no investigaba, le faltaban las fuerzas, pero a pesar de que seguía visitando pacientes hasta en los fines de semana, como casi no cobraba, estaba más pobre que nunca. SU MUERTE Una hernia Inguinal, que con el tiempo se le fue pronunciando, limitaba sus movimientos y le provocaba dolores. Sus amigos médicos querían operarle, finalmente cedió a tanta insistencia y entró a la Clínica del Seguro pero estaba tan decaído que falleció sin agonía el 15 de Septiembre de 1973, de agotamiento físico o quizá del corazón, mientras dormía plácidamente el sueño de los Justos. Tenía 83 años de edad y había sido parte de la urbe. Todos le conocían y aún recordamos su figura recortada en su carrito. Pequeño de estatura, piel canela clara, ojos negros profundos, pelo cano pero no tanto como sus grandes bigotes blancos. AUTÉNTICO CABALLERO Atentísimo en su trato con todos, especialmente con damas y niñitos. Además, muy servicial, pues era de los que salía a comprar las medicinas a la botica más cercana si no habían "caballeros" en la casa para que el paciente mejorara enseguida. Tenía el trato de nuestros mayores que era sin afectación ni rayando en exageraciones. Ellos poseían delicadezas hoy olvidadas y finuras propias del antiguo régimen que hasta podrían calificarse de cortesanías. Cuando saludaba con el sombrero que solo dejó por los años 50 decía siempre "Mucho gusto, mi señora y repetía mi señora" para dar cierto énfasis al acto. Como era desprendido, casi siempre vestía los mismos ternos de casimir negro que con el tiempo se habían enverdecido, pero sus camisas eran limpísimas y tan blancas que brillaban con la luz, sobre todo el cuello y puños que siempre tenía impecables, duros, almidonados. HOMBRE ILUSTRE Poco después de su muerte, la Municipalidad le entregó a su hermano Rafael la condecoración post mortem "Estrella de Guayaquil" reservada solamente a los jefes de estado. El 15 de Junio de 1976 como Concejal del Cantón, se colocó su retrato en la Galería de Hombres Ilustres del Museo Municipal, pero el mejor homenaje que le tributó el pueblo, fue asistir masivamente a su sepelio y allí alguien dijo "Fue todo un hombre, el último médico de familia, católico practicante, grande por su modestia, siempre hizo honor a su hermoso nombre”. Este es mi homenaje al médico solidario y humano a quien tuve el placer de conocer en mi juventud. |
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