LA SEMANA NEGRA DE LA CANDIDATA DEL CORREÍSMO LUISA GONZÁLEZ
LA SEMANA NEGRA, DE LA CANDIDATA DEL CORREISMO, LUISA GONZÁLEZ
Nunca antes una semana había sido tan contundente para desmentir, una por una, las mentiras de Luisa González. La candidata manabita —aunque nacida en Chimbacalle— parece vivir en una realidad paralela, donde las desmentidas llueven como baldes de agua fría.
Comenzó gritando que tenía el apoyo de Estados Unidos, solo para recibir una cachetada internacional: fue el actual presidente de EE.UU., Donald Trump, quien la desmintió tajantemente, aclarando que jamás apoyaría a una socialista.
Luego, presumió un supuesto respaldo del movimiento indígena. Sin embargo, Leónidas Iza no asistió a la firma del acuerdo, y buena parte de los dirigentes indígenas salieron públicamente a desmentirla. En Riobamba, una multitud le impidió siquiera ingresar, repudiando su presencia.
Como si fuera poco, su mentor Rafael Correa —sí, el mismo que la puso donde está— admitió que fue un error hacerle comprometerse con tanto con los indigenas. Dijo que incluso sería mejor que pierda porque es imposible cumplir con los compromisos firmados y que en un mes de gobierno tendría un mega levantamiento indígena¿Ese es el respaldo que presume?
Y como si el pasado no pesara, reaparece una imagen suya en tiempos del correísmo, cuando apoyaba las decisiones de Don Cheto, alias Juan Pablo Pozo, aquel funcionario que prohibió el uso de celulares en las juntas receptoras del voto, sembrando desconfianza en la transparencia electoral.
La cereza del pastel llegó con su intento por meterse en Quimsacocha a protestar contra la minería. Pero la comunidad la rechazó con firmeza, recordándole que fue precisamente su Revolución Ciudadana la que entregó la concesión a la minera canadiense IAMGOLD Corporation. Si no fuera por resguardo militar, ni llegaba.
Por si no fuera suficiente, dice que representa a los jubilados, pero ellos la encaran con pruebas en mano: cuando fue ministra de Trabajo firmó un decreto que les arrebató derechos y beneficios. ¿Ese es su “respaldo”?
Y para rematar, en el debate lanza un insulto al presidente acusándolo de tener “falta de atención”, generando la indignación de fundaciones que trabajan con personas con TDAH, quienes exigieron respeto y rectificación.
Pero aún no terminaba su cadena de desatinos: en plena entrevista televisiva, Luisa González se atrevió a decir que la frase “¡Hasta la victoria siempre!” no es de el Che Guevara, y que no ha escuchado esa frase a Fidel, ni de Chávez, ni mucho menos de Maduro —sino que el autor de esa frase es de Eloy Alfaro—, increpando al periodista como si fuera un ignorante. Bastaron unos minutos para que las redes explotaran en su contra: circularon decenas de videos de todos esos personajes gritando la icónica frase. Otro búmeran que le estalló en la cara.
Y por si le faltaba cavar más profundo, en una reciente autoentrevista de Correa con Ricardo Patiño, ambos se fueron de boca y dejaron claro su rechazo a la dolarización, proponiendo modelos alternativos como una “nueva soberanía monetaria” repudiando a Estados Unidos. Una bomba que no pasó desapercibida y que despertó alarma en todos los sectores económicos del país. ¿Cómo confiar en quien apoya a quienes sueñan con quitarle al ecuatoriano su único refugio económico?
No le pega una. Ni con la derecha, ni con la izquierda, ni con el centro. Luisa González se hunde en su propio discurso, víctima de sus contradicciones, de sus mentiras y de un pasado que, lejos de respaldarla, la arrastra.
La candidata del correísmo parece tenerlo todo... menos la verdad.
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