LA MUERTE DEL PAPA FRANCISCO / EDITORIAL DEL LCDO. FRANCISCO MEDINA MANRIQUE
LA MUERTE DEL PAPA FRANCISCO
*Por Francisco Medina Manrique, periodista, ex catedrático universitario de Redacción y Estilo. Asesor de Comunicación Institucional y Relaciones Públicas.
El amanecer del lunes 21 de Abril del 2025, los periodistas del mundo, dieron la triste noticia del fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el Papa Francisco, luego de cumplir 12 años de su investidura, como guía espiritual de millones de católicos en el mundo.
Nacido en Argentina en 1936, se constituyó en el primer Papa de un país latinoamericano, cuya bandera había flameado con orgullo en los campeonatos mundiales de fútbol, bajo la habilidad de muchos futbolistas profesionales del popular deporte como Di Estéfano, Maradona y Messi.
Sin embargo, la comparación podría resultar incoherente, si repasamos la trayectoria de quienes han recorrido la vida religiosa con devoción y desprendimiento, frente a quienes por sus destrezas y sacrificios, reciben cuantiosas remuneraciones, que las multiplican con inversiones de todo tipo y recorren el mundo haciendo ostentación de lo logrado.
En el lado opuesto estaba el Papa Francisco, convencido de que su misión pontificia era por la paz mundial, de reconocer que millones de seres humanos viven postergados de la alimentación, de la salud, de la educación, de la injusticia y la inequidad social. Al asumir su alta investidura, se negó a recibir remuneración económica por el cumplimiento de sus deberes apostólicos, y dormía en aposentos humildes sin exigir atenciones que no se enmarquen en acciones de humildad y precariedad.
En su herencia testamentaria no se de dio a conocer que haya legado posesiones materiales o recursos económicos logrados en su larga vida de primado apostólico. Pidió que sus restos sean colocados en una humilde tumba terrenal sin mayor pompa y boato.
El Papa Francisco, desde que asumió la representación mundial de la Iglesia Católica, no regresó a su país, convulsionado por la extrema polarización de las fuerzas políticas en la Argentina, e hizo trascendente su lucha por la paz y la igualdad en su país de origen.
Hoy, bajó a la tumba después de impartir la bendición “Urbi et Orbi, que en latín significa (“A la ciudad de Roma y al Mundo”), a los miles de prelados y seguidores de la misión apostólica presentes en la abarrotada Plaza de San Pedro, de la capital italiana, que celebraban los actos culminantes por la Semana Santa, de la Resurrección a la Vida eterna, promesa que se cumple desde los orígenes de la Cristiandad, hace muchos siglos.
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