HISTORIA DE UN CONDUCTOR QUE TRABAJÓ PARA EL IESS



YO TRABAJÉ EN EL IESS.
 
Este relato podría titulárselo como el de: “Yo conocí el monstruo por dentro”. Era yo chofer de un ejecutivo de primer nivel de una Agencia del IESS. Debía de recogerlo en su casa por las mañanas y llevarlo a su oficina. Como él debía cumplir una Agenda en su despacho y yo estaba a sus órdenes, a veces, también transportaba, por decisión de mi superior, a otros ejecutivos como el del área Financiera - Administrativa, o de Asesoría Jurídica, en diligencias de acuerdo a sus funciones, y así no pasar el horario de trabajo, sin hacer absolutamente nada, porque no podía irme…..a dormir.
 
Las veces que no salía a transportar a ejecutivos del IESS, me iba a los pisos donde funcionaba el Departamento Administrativo - Financiero, a ayudar a los empleados en sus diversas tareas, como redactar oficios internos, llevar carpetas al día con solicitudes de los pedidos de otros departamentos, o llegados desde empresas vendedoras de insumos médicos, que incluían precios y rebajas, y así aumentaba mis conocimientos de Contabilidad que había aprendido años atrás en mi juventud.
 
Así pude conocer también, como los funcionarios recibían las propuestas de los proveedores y como llegaban a concretarse, después del conocido “tira y jala”, de los beduinos comerciantes judíos, que incluía el reparto equitativo final.
 
Cierto día llegó un proveedor de un Laboratorio de medicinas, proponiendo la venta de tabletas medicinales para combatir una patología pulmonar. Dijo que la caja de 30 tabletas de 50 mg podía venderlas a US$10,00. Recalcó que tenía listo de un stock de 100 mil cajas para distribuirlas en todos los dispensarios médicos del IESS, debido a la pandemia existente en esa época.
 
El funcionario del IESS le expresó que le interesaba, pero que el precio era muy elevado, y para la compra era indispensable, debía tener el VBno de su Directivo en la Agencia del IESS, así como de los funcionarios de la entidad nacional que funcionaba en la ciudad de Quito incluyendo el pago respectivo de la compra.
 
El vendedor le expresó que podía dejarle cada caja por $8,00, pero debía bajarle la dosis que demandaba porque eso era necesario por los insumos que se deben aplicar en una producción de miles de cajas como las que ofrecía.
 
“Bueno, respondió el funcionario del IESS, ese es su problema, yo negocio el producto por el precio que podemos pagar”. Y en efecto, semanas después se concretó la compra con el VBno de los funcionarios residentes en la central del IESS en la ciudad de Quito.
 
En concreto, la compra se hizo con un producto de menor calidad, pero que aparecía como que era el de mejor elaboración, y el precio final, se pudo concretar pero dándole cada parte del pastel, a los funcionarios de la Agencia del iESS en Guayaquil así como de la capital de la República, porque “los mirones no son de palo”.
 
El chofer, en “funciones administrativas” no remuneradas, llegó a la conclusión de que si así se concretaban las provisiones de medicinas, lo mismo ocurría en todas las dependencias administrativas del IESS y como los ingresos son millonarios, a nadie le importa las transacciones que se cocinan en su interior.
 
Lo mismo ocurría con los consabidos “POA”, -Presupuestos Operativos Anuales”, que consisten en la asignación de presupuestos para cubrir todas las operaciones administrativas – financieras de las Direcciones Provinciales , incluidos los Dispensarios Médicos del IESS, incluidas las remuneraciones del personal.
 
Si llegaba el término de ley de concretar lo asignado y se encontraba un remanente, se corría el riesgo de que para el próximo año calendario, le asignaran una cantidad menor asignada al año inmediato anterior.
 
Entonces, hasta que concluyera el año financiero, los directores recorrían las dependencias haciendo toda clase de reformas estructurales, desde remodelación de oficinas, adquisición de equipos de oficina, compra de centrales nuevas de aire acondicionado, y hasta cambiarle las llantas de los vehículos y hacerlos pintar para “que den buen aspecto, incluido los radio transmisores de música de los vehículos”, y si es posible los asientos.
 
En esta forma, se justificaban los gastos y así se hacían merecedores de mayores asignaciones para el siguiente período administrativo.

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