157 AÑOS DE INSTITUIDA CORRUPCIÓN, ORIGEN DE LA CRISIS EN LA UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

 

                                              Paco Morán, actual rector de la Universidad de Guayaquil.

 

157 AÑOS DE INSTITUIDA CORRUPCIÓN, ORIGEN DE LA CRISIS EN UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

     Por ANTONIO MOLINA.

     La academia es la que marca el desarrollo de toda sociedad, pero cuando falla, los pueblos se estancan o andan a la deriva y, de cierto modo, propicia que la amoralidad se instituya y envuelva a las naciones y las convierta en pasto de la degradación y acabe con el futuro de las generaciones presente y las que vienen. En qué momento se produjo ese quiebre en la Universidad de Guayaquil, no lo sabemos con certeza. Lo que está claro es que su desintegración moral no puede ni debe continuar y que el Estado – a través de todas sus instituciones – debe asumir la responsabilidad histórica de rescatarla, porque el daño irrogado es de hoy, pero las consecuencias les pesarán a todos los ecuatorianos por largos años.

     Hemos llegado al momento en que ya no interesa hallar a los responsables de la debacle (cuyos nombres los tenemos), porque esa es labor de la justicia ordinaria y demás órganos del poder, porque para nosotros lo primordial es recuperar su valor académico, su fuerza moral, su mensaje social que debió insuflar a los nuevos profesionales llamados a cambiar el destino del Ecuador.

     Debería entender la clase política -hoy entregada al desenfreno electoral- que desde que se crearon las universidades han sido y seguirán siendo pilar fundamental para el desarrollo de la sociedad, no solo por ser un centro de investigación en donde se busca descubrir la verdad, sino porque a través del tiempo se han comportado como un elemento importante para desarrollar las ciencias, la tecnología y el conocimiento para superar la postración y relegación de los jóvenes estudiantes.

     EN LA POSICIÓN 1.401

     La consultora británica Quacquarelli Symonds 2025, que mide anualmente a las universidades del mundo, rezaga a las ecuatorianas entre los puestos 801 a 1.400 y la Universidad de Guayaquil, fue ubicada justo en el 1.401 lugar. No es de asombrarse, entonces, que después de descender a la categoría D, que es la última, y regresar a la B, por poco sus autoridades organizan un festejo público. Sin embargo, los propios estudiantes expresaron sus puntos de vista por las redes: “¿Cuánto pagaron para que los pongan en el ranking como “mejores universidades?” (Dayanna Caicho García); “Creer que llenar de adoquín el piso es mejorar la calidad universitaria, estamos perdidos” (Gary Guzmán Quezada); y, “No encabezan la lista, pero sí son No.1 en Corrupción y en tratar mal a los estudiantes” (Ana María Reyes Idrovo). Es ocioso decirlo, pero hay que mencionarlo, que Estados Unidos es el país más representado en el monitoreo, con 197 universidades clasificadas, seguido por el Reino Unido con 90 y China con 71 y que el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) lleva 13 años consecutivos en lo más alto de la clasificación. El Imperial College de Londres se ubicó en el segundo puesto y las universidades de Oxford y de Harvard se mantienen en las posiciones 3 y 4, respectivamente, mientras que Cambridge se ubicó en el lugar 5. 


                                      Malestar de estudiantes de Medicina expresado en la Casona.
 

     Su siglo y medio de existencia marcan su huella. Su marca está impregnada en la misma historia nacional y para eso basta un solo hecho, la Revolución llamada la Gloriosa (28 de mayo de 1948), como así la llamaron a ella, también, por haber aportado con principios y conductores para una auténtica transformación que se dio a sangre y fuego en Guayaquil. Tal vez la única transformación auténtica del siglo XX, fatalmente traicionada y que aun así dejó instituciones democráticas que perviven y derechos y libertades, como la del sufragio, hoy amenazado por narco terroristas y “gorilas” agazapados

     LAS INTERVENCIONES

     Más por razones políticas que académicas, la violencia estudiantil buscó cobijo en la U de Guayaquil. Del discurso, los estudiantes saltaron a la violencia y esta hizo crisis, por ejemplo, cuando luchaban por la abolición del examen de ingreso en que el Ejército asaltó – el 29 de mayo de 1969, la Casona de la calle Chile (673 muertos, oficialmente 37). La pugna estudiantil prosiguió entre “Cabezones”, “Chinos” y “Atalas” y de a poco fue carcomiendo la docencia, hasta que llegó la administración del rector Carlos Cedeño Navarrete, quien fue elegido democráticamente, pero fue destituido en octubre del 2014 por la Primera Comisión Interventora del Correato que presidió Jorge Kalil, quien a su vez posesionó al Dr. Roberto Cassis Martínez como rector encargado, pero fue cesado por un escándalo por la obtención fraudulento de un PhD en una universidad peruana. Galo Salcedo lo reemplazó en el rectorado, para ejercerlo desde el 2016 hasta el 2025; pero, igual, fue destituido en el 2018 por la nueva Comisión Interventora presidida por Roberto Passailague Baquerizo, quien debió cumplir su intervención por 6 meses, pero se quedó 3 años, tiempo suficiente para realizar cambios en la docencia y en la administración, a su antojo, añadiendo así su propia cuota de descomposición.

     En este interinazgo, de Kalil a Passailague, se dieron escándalos mayúsculos de inmoralidad, denunciados en su momento pero que fueron apaciguados por la inercia cómplice de las autoridades que regulan la funcionalidad de la academia ecuatoriana. Tras la virulencia del escándalo vino la tranquilidad complaciente, hasta diluirlo por completo en la historia, como lo hace siempre la impunidad, mucho más prostituta que la corrupción.

     No pocos admiten que la pérdida de la categoría B de la U de Guayaquil sería forjada para facilitar la intervención estatal, puesto que fue René Ramírez -el factótum del academicismo estatal de entonces- quien, al poco tiempo de estar en la SENESCYT, sin reforma efectiva, logró ascender a esa categoría, porque al dejar sus funciones la Universidad volvió a la categoría C.

     LOS ESCÁNDALOS DIARIOS

     Tras la intervención de Passailague, Paco Morán fue elegido formalmente rector de la Universidad de Guayaquil (del 2021 al 2025) pero los escándalos heredados y propios abonan al desprestigio generalizado por la creciente corrupción de los mandos intermedios que directamente dependen de él. Está llevando adelante un programa de intermediación académica, desatendiendo las facultades formales por carreras técnicas intermedias, ponderando la pedagogía formal y desentendiéndose de la ciencia y la tecnología.

     Morán no escucha al Consejo Universitario que escasamente se reúne y repite una afirmación de moda, que “no hay corrupción en la Universidad, a lo mejor algo de negligencia”, pero el alumnado siente el impacto de la quiebra de los pilares de la excelencia, que siempre fue un orgullo para los 60 mil estudiantes de la ciudad y de la región que van a sus aulas.

     EL AGUA DESBORDADA

     Coloquialmente, el agua que llenaba el vaso en la Facultad de Ciencias Médicas se derramo y salió a luz lo que era vox populi en los pasillos de las unidades de la Facultad de Ciencias Médicas: los alumnos deberán pagar en botellas de whisky por sus notas y sus compañeras con una noche de juerga con sus profesores. Consecuencias: una inmoralidad docente condenable por la Universidad y por la justicia ordinaria; pero, la mayor parte la llevará el pueblo dolencia que tendrá médicos incapaces e impúdicos.

     En principio aparecía como responsable de estos hechos el pedagogo experto de la academia José Albán, del grupo íntimo del rector, designado para supervisar la excelencia en Medicina, sin ser médico, aun sobre el mismo decano. Sin embargo, el asunto fue mucho más allá.

     El Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Educación Superior (CEACE), encargado de evaluar la excelencia de los médicos recién graduados, -sin su patente NO pueden ejercer la profesión- estableció que, de 500 egresados examinados, 200 no tenían la excelencia mínima para ejercer la medicina en el país y si la practicaban, la peor parte (incluyendo la muerte) la llevarían los pacientes.


Estudiantes atrincherados frente a la Casona Universitaria, en el día de la masacre, el 29 de mayo de 1989.
 

     CONSUELO DE TONTOS

     Deficiente formación académica, falla fundamental de la docencia o el resultado final de la inmoralidad sistémica de la Universidad de Guayaquil: el primer filtro en Medicina es el examen de ingreso, pero era capeado tal filtro con el pago de entre 500 y 2.000 dólares por estudiante. La estulticia pedagógica creía que, en los 7 años de estudios, más el año de medicatura rural, al final de carrera superarían la negligencia inicial.

     Hace unos pocos días el escándalo creció, como que el diluvio había caído sobre la Facultad de Medicina. Hoy las aguas agitadas por el escándalo están volviendo a sus cauces, pero la U de Guayaquil podía descender a los 1.500 puntos en excelencia entre las 100 instituciones académicas del mundo.

     Esta visión escrutada sobre lo que pasa en la Universidad de Guayaquil es necesaria en sociedades como la nuestra, con valores humanos etéreos, que viven al día muestras de fraude e inmoralidad sirve para alertarnos de las trampas que atentan contra la integridad del país, de paso fraccionado por la polarización política, el destape de la violencia por la campaña electoral en marcha. Sentemos cabeza, porque si no tenemos acceso a la educación académica, por lo menos debe ser calidad, aunque resulte un mal de muchos para consuelo de tontos.

MANDATARIOS FORMADOS EN

UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

Es un orgullo para la Universidad de Guayaquil que en sus aulas se hayan formado hombres valiosos que llegaron a manejar los destinos de la República: Como presidentes de la República, Alfredo Baquerizo Moreno, José Luis Tamayo, Juan de dios Martínez Mera, Carlos Alberto Arroyo del Río, Carlos Julio Arosemena Monroy, Otto Arosemena Gómez, Jaime Roldós Aguilera y Abdalá Bucaram Ortiz.

Como vicepresidentes: Alberto Guerrero Martínez, Antonio Pons, Abel Gilbert, Jorge Zavala Baquerizo, León Roldós Aguilera, Alberto Dahik Garzozi y Eduardo Peña Triviño.

Como miembros de Juntas de Gobierno: Francisco Arízaga Luque, Francisco Garaycoa, Adolfo Hidalgo Nevárez, Pedro Pablo Egües Baquerizo y José Antonio Gómez Gault; y, Leopoldo Benítez Vinueza, quien llegó a presidir la Asamblea General de la ONU.

RANKING DE LAS UNIVERSIDADES

ECUATORIANAS

En su vigésima edición, Quacquarelli Symonds 2025 examinó 1.500 instituciones de educación superior de todo el planeta y elaboró el siguiente ranking. Para ello, toma en cuenta la excelencia académica y capacidad investigativa.

En el caso de las universidades de Ecuador, la consultora británica considera a 11 instituciones nacionales, y cuatro son públicas como la ESPOL de Guayaquil. Pero, ninguna aparece entre las 100 mejores, sino que se encuentran lejos de los principales líderes académicos.

En el puesto 801 aparece la Universidad de San Francisco de Quito, donde se destaca que es la única institución del mundo que tiene un campus en las islas Galápagos.

En la lista se incluye a las siguientes universidades ecuatorianas:

Pontificia Universidad del Ecuador (PUCE) en el puesto 951

Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL) en el peldaño 1.001

Escuela Politécnica Nacional, puesto 1.201

Universidad Central del Ecuador (1.201)

Universidad de Las Américas (1.201)

Universidad Salesiana (1.401)

Universidad Católica de Guayaquil (1.401)

Universidad Técnica Particular de Loja (1.401)

Universidad de Cuenca (1.401)


REPORTAJE TOMADO DE LA REVISTA CASKABEL DE AGOSTO 2024

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