EL INFIERNO DE CAROLINA LLANOS

 

 
Carolina Llanos Romero es pareja del legislador GALO LARA YÉPEZ, quien denunció atracos, latrocinios y otras fechorías cometidas por el ex presidente Rafael Correa Delgado.
 
EL INFIERNO DE CAROLINA…
 
*Sólo el odio enfermizo del correato hizo posible que el infierno de Dante, escrito en el siglo V, lo viva Carolina Llanos Romero en pleno siglo XXI. Lo grave de esto, es que la nómina de este tipo de víctimas es creciente.
 
Por ANTONIO MOLINA.
 
La Biblia cristiana no es específica al hablar del INFIERNO, apenas dice que es un lugar de castigo eterno después de la muerte, de modo que el concepto de esa entelequia, tal y como la conocemos hoy, es la resultante de distintas tradiciones y leyendas que van desde esa visión del más allá que tenían los egipcios, a la concepción del Hades de los griegos e incluso los mitos primigenios de los babilónicos; pero, es el poeta italiano Dante Alighieri, del siglo XV, quien en la Divina Comedia, nos da la siguiente idea en una inscripción que -según su creación literaria- estaba colocada en lo alto a la entrada al infierno:
 
"Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí".
 
Cada uno de los seres humanos suponemos, de tal o cual manera, cómo es ese infierno mostrado como maldito; pero, una joven madre ecuatoriana (Giomar Carolina Llanos Romero) sin leer la Divina Comedia sobrevivió al infierno al que la sumergió el odio político hace 12 años, cuando la convirtió en una víctima colateral… 
 
Hoy el Estado - manejado secularmente por machistas - no le respondía reparándole en algo las cicatrices que le causaron… Sin embargo, recién este 16 de mayo del 2024, la justicia aprobó su absoluta inocencia, confirmando ese lema absurdo de que “aunque tarde, la justicia llega…” a paso de tortuga.
 
La tarde del 16 de enero del 2012, Carolina fue de compras a un centro comercial de Guayaquil. Indiferente al mundo, alegre guiaba un coche doble para sus mellizos de 5 meses de nacidos, con los que jugueteaba por momentos. De pronto un piquete policiaco la detuvo por disposición de la Fiscal de Los Ríos, Inés Barco Loor, para someterla a investigaciones por un espeluznante triple crimen consumado en Quinsaloma, que es una historia aparte pero también con una trama patética.
 
Carolina forcejeaba con los policías y gritaba por sus hijos recostados en su coche doble. Clamaba que la dejen comunicarse con su familia para que alguien recoja a los mellizos, en manos de una joven niñera asistente que le acompañaba, del campo y desconocedora de la ciudad. Ella intentó explicarles a los gendarmes que NO la estrujen porque estaba embarazada, pero ninguno le hizo caso, a empellones la apresaron. La gente sorprendida simplemente veía el incidente y comentaba, hasta que a viva fuerza fue metida al patrullero y llevada a prisión…Ella no sabía que iba rumbo al infierno.
 
Al día siguiente (17 de enero) fue ingresada a la cárcel de mujeres de la Penitenciaría del Litoral. Los médicos del penal registraron su ficha médica donde obligatoriamente debió constar su embarazo, lo que le valió menos que un rábano a la Directora de la Cárcel de Mujeres, María Belén Chérrez Molina y a la ministra de Justicia, Johanna Pesantez. Eran tiempos de la Revolución Ciudadana, donde la Ley estaba más bajo de los intereses políticos (La Constitución y el Código Penal prohíbe llevar a prisión a una mujer embarazada). Puede hacerlo la Fiscalía y el Juez hasta 90 días después del parto, utilizando medidas alternativas.
 
Dos días más tarde (19 de enero) a muy temprana hora, un grupo de reclusas, seguramente escogidas, sorprendió a Carolina mientras limpiaba el baño de su calabozo. Intentó “chucearla” con un arma corto punzante casera, que se quedó enredada entre la ropa de las avezadas visitantes que la jalaron de los cabello hasta tirarla el piso golpeándola con un fierro, con puñetazos y puntapiés lanzados a su rostro y al vientre. El escándalo ensordecedor nadie lo oía, porque así son las normas de silencio que rigen en los infiernos.
 
Las agresoras tenían que cumplir la orden: Desnudaron a Carolina para que los golpes de puños y puntapiés fueran directos al vientre. Ya en el suelo la sujetaron y le rociaron en el rostro y en sus partes íntimas una mezcla de Coca Cola en gasolina y pimienta molida. Le cubrieron el rostro con una funda plástico, color negro, para que la mezcla surtiera efectos y para que no vea que pretendían introducirle un fierro por la vagina. Fue un espectáculo siniestro alimentado por el odio político y por las drogodependencia de sus agresoras, digna de la más abyecta degradación humana, que ni Dante anotó en la Divina Comedia, sencillamente porque la realidad superó a la ficción…
 
Cumplido el plazo dado para la agresión a Carolina (entre 20 y 30 minutos) el penal despertó del sopor inducido. Aparentemente, llegaron los auxilios para la agredida Carolina, mientras sus agresoras huían protegidas. Fue llevada a urgencias médicas del penal, cuyos médicos confirmaron su deplorable estado de salud tras la agresión y recomendaron enviarla al centro de salud – maternidad Santa Marianita de Jesús para una mejor valoración gineco -obstétrica. Todo fue en vano, la directora de la Cárcel de Mujeres la devolvió a su celda. Apenas, “sus compañeras” le habían brindado su bienvenida…
 
La agresión no fue comunicada por las celadoras a la Directora. Por un parte policial, firmado por el subteniente Richard Cabeza Enríquez se supo del incidente. Tampoco la directora le informó a la Fiscalía para que investigue y de las 5 agresoras, a 2 las cambió de celda, confirmando lo obvio: la agresión de Carolina fue dispuesta “desde arriba”, por quienes desde el Gobierno manejaban a la Policía Nacional y al SNAI que operaba las cárceles a través de los ministerios del Interior y de Justicia, manejados entonces por José Serrano y Johanna Pesantez, en su orden, cumpliendo disposiciones presidenciales.
 
Nunca aceptaron la recomendación de los médicos del penal, disfrazando la negativa con la necesidad de la valoración de otro especialista. Al día siguiente, el sangrado de Carolina fue más profuso. La misma directora alterna María José Murillo lo comprobó porque no se fiaba de la petición del departamento médico del penal, pero la ambulancia se había ido por la negativa inicial de dejarla salir. Tuvieron que llevarla en taxi y la Santa Marianita, en la 25 y García Goyena, en el suburbio oeste de Guayaquil, detalles tomados del parte del subteniente Leyver Mestanza Andrade, Jefe del Circuito Penitenciario.
 
En la Maternidad Marianita de Jesús los exámenes y ecografías confirmaron que el embrión no emitía signos vitales, que había que suministrarle medicina para la expulsión del feto. El ministro Serrano, preocupado de que Carolina NO muere, le dispone a la Directora de la Cárcel de Mujeres que regrese a la paciente a su celda, “porque el feto bien lo puede expulsar acá”. Dejan la maternidad suburbana y regresan al penal con Carolina, con un aborto interrumpido. Obviamente, tras las rejas Carolina se agrave y todos temían por su vida.
 
Todo este manejo truculento y criminal del mantener a Carolina en esas condiciones en su celda fue puesto en conocimiento del juez sexto temporal de Ventanas, Ab. Jimmy Iza Barahona, quien ordena su traslado a la clínica privada Guayaquil, donde la estabilizan, la salvan de una muerte segura por llevar un feto muerto en su matriz, pero los dueños de infierno no lo podían permitir, la sacan de la clínica y la trasladan a la Maternidad Sotomayor con un cuadro médico de gravedad total por la infección vaginal, el síndrome de dolor total originado en la perforación uterina y contaminación de la vesícula, que le fue extirpada en la operación emergente realizada el domingo 18 de marzo del 2012.
 
El Dr. WERNER MORENO SANCHONG, quien la operó dispuso 30 días de reposo absoluto, pero por presión política del Estado 2 días más tarde autorizó su retorno a la Penitenciaría. El ministro José Serrano, hoy prófugo por México, hizo lo suyo diciendo “yo asumo la responsabilidad total en este asunto” y así consta en un informe de la Trabajadora Social de la Cárcel de Mujeres, Lcda. Evita Loor Vélez. Existe amplia documentación de esta infamia que confirma que el odio se impuso a la razón humana.
 

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