ANTONIO MOLINA RECIBIRÁ EL PREMIO ABEL ROMEO CASTILLO EN EL DÍA DEL PERIODISTA DEL LITORAL
Entrevista a Antonio Molina:
UN RECONOCIMIENTO PÚBLICO VALORA EL ESFUERZO, PERO TAMBIÉN CONDENA LA MEDIOCRIDAD Y A FALSOS VALORES
Por WALTER GONZÁLEZ ÁLVAREZ
El periodista guayaquileño Antonio Molina Castro, con más de sesenta años de ejercer activamente el periodismo escrito, concedió una entrevista a este portal de comunicación digital sobre el reconocimiento que recibirá del Colegio de Periodistas del Guayas, el próximo 27 de mayo, al conmemorarse el Día del Periodista del Litoral, instituido en 1963 durante la Presidencia de la República del Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy.
Para quienes no conocen a Molina -hay unos cuantos por allí- a ellos les manifiesto que, don Antonio, como muchos le recuerdan con respeto, es uno de los periodistas de la época de la máquina de escribir, cuando llegaban las noticias por el teletipo, para incluirlas en las páginas de diversos diarios de la ciudad, en los cuales laboró por más de 6 décadas, ahora lo hace en las redes sociales.
Ha sido un duro cuestionador de los gobiernos que dirigieron desde Carondelet, unos buenos y otros malos y corruptos, y asimiló la transformación tecnológica que llegó con los tiempos al planeta.
Podríamos escribir cuartillas enteras de este periodista que recibirá por primera vez el premio ABEL ROMEO CASTILLO, pero esta vez, habla de los detalles de su nominación y de su trabajo como editor de EL PERIODISTA, Órgano de Difusión del gremio de los comunicadores, que ya cumplió un año en circulación.
Para conocer más de este colega y amigo, le entrevistamos, preguntándole:
-¿Qué significa para usted haber alcanzado el premio ABEL ROMEO CASTILLO?
Como todo reconocimiento público, siento orgullo natural porque es el resultado de una selección, realizada por una institución pluralista y apolítica, rescatada a tiempo de la inopia y que resurge renovada, como lo es el Colegio de Periodistas del Guayas que de suyo está empeñada de recuperar su prestigio para volver a ser emblemática en la búsqueda de la verdad a través del ejercicio profesional de sus miembros, para ponerla al servicio de la sociedad. Entendamos que sólo con la verdad habrá justicia, paz, democracia y honestidad, que tanto le hace falta al país y a los ecuatorianos.
-Le hice la pregunta porque usted, en muchas publicaciones suyas ha mostrado su oposición a este tipo de reconocimiento… ¿Por qué ahora sí y, además, en enero hubo una oposición pública a su nombre?
Esa postura la sigo manteniendo, por principio. Debo decirle que un reconocimiento se lo gana con trabajo, dedicación y mística, no se lo compra en ninguna “feria de halagos” o en aquellas instituciones prebendarias dedicadas a repartir cartones para satisfacer la vanidad de quienes, en vez de renovarse, creen que valen más por el número de diplomas que poseen.
Sobre la segunda parte de su pregunta, debo recordarle que di (el día 7 de enero pasado) una explicación pública sobre la utilización de mi nombre para hacerle un boicot al CPG al organizar una celebración conjunta del Día del Periodista Ecuatoriano, que llegado el momento del acto no aparecieron los dos dirigentes causantes del desaguisado. Abundo más, una de las primeras decisiones del colegio, adoptada en noviembre del 2023, fue crear la distinción Abel Romeo Castillo para entregarla “al periodista del año” cada 5 de enero, pero por el boicot del que hablo, recientemente fue institucionalizada tal distinción que ahora me será entregada, este 27 de mayo, aunque la decisión nace desde finales del 2023. Le cuento este antecedente, porque eso es parte de la historia y porque, lo digo con honesta humildad, yo sé lo que soy y sin jactancia puedo afirmarle que yo sí sé lo que valgo.
-¿Ha influido en la decisión del CPG el hecho de ser parte de la administración del licenciado Alfredo Llerena en el CPG?
En lo absoluto, pero déjeme explicarle. No integré la nómina del directorio que presentó el candidato Alfredo Llerena Guerrero, a quien nunca conocí personalmente hasta ahora, aunque sabía de su valor en la docencia en la FACSO. Estuve al frente de un grupo de periodistas que bregamos –desde afuera y sin exigir nada a cambio- por la restauración de la decencia en el CPG y la terminación de una década de oprobioso desgobierno. Triunfó nuestra postura sin ser candidato a nada y le ofrecimos apoyo a Llerena en su afán restaurador, y nada más. Me llamaron luego para concretar un proyecto iniciado por la institución (la publicación de un periódico institucional) que hoy es una realidad, vamos por la sexta edición y EL PERIODISTA es una marca registrada del CPG para que nadie pueda apropiarse y usufructuar de la publicación.
Queda claro que la distinción que recibiré del CPG fue decidida antes de entrar a colaborar con el periódico, que es lo que me une activamente a la institución.
-¿Qué valoración le otorga usted a este tipo de distinción?
Es altamente positivo todo reconocimiento, condecoración o premio mientras no esté prostituido el organismo otorgante ni el beneficiario. La sociedad, así como valora estos esfuerzos también condena la mediocridad, expresada al distinguir a falsos valores.
-¿Podría darle algún mensaje al periodismo a propósito de este reconocimiento?
La labor del periodista es sacrificada e ingrata y eso basta para ver con buenos ojos este tipo de reconocimientos, más allá del interés y el adulo que existen en las instituciones. Deberíamos rescatar lo esencial de todo reconocimiento al periodista: Siempre debe premiarse a gente de valor, que sí la hay, a quienes buscan la verdad con insaciable pasión.
-¿Qué le faltó realizar en su vida gremial?
Confieso que he fracasado en los esfuerzos personales por dotar de una pequeña editorial a las instituciones que aglutinan a los periodistas, porque si los médicos requieren de una clínica para exponer sus conocimientos y salvar vidas humanas, los periodistas demandamos de una imprenta, un micrófono o una pantalla para verter nuestras ideas y salvar a la sociedad.
Y así concluimos este breve conversatorio con uno de los referentes del periodismo guayaquileño, aquel que gestionó y entregó con sus compañeros un centenar de villas construidas por el Estado creando la Ciudadela del Periodista, el mismo que logró con sus colegas que el gobierno de Velasco Ibarra decretara el primer salario mínimo para los periodistas profesionales del Guayas, subiéndolo de 600 a 3.600 sucres (unos 240 dólares, entonces), autor de varios libros, que fue uno de los primeros presidentes de la Unión Nacional de Periodistas, entre otras interesantes conquistas, que le han hecho merecedor del respeto y consideración de quienes le conocemos, por tal razón, nos unimos al justo reconocimiento de quien fue maestro de muchos que se nutrieron de sus conocimientos, especialmente de quien escribe esta nota.
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