LILITA SAAVEDRA VALDIVIESO PIDE AYUDA A DANIEL NOBOA Y A SU ESPOSA LAVINIA VALBONESI PARA QUE LA INTERNEN EN UN HOSPITAL PRIVADO


 
 
 

 
Anciana de 73 años sola y enferma en un cuarto
“YA NO SOPORTO MÁS LOS DOLORES DE MIS PIERNAS, QUE ALGUIEN ME AYUDE POR DIOS”, DICE LILITA SAAVEDRA VALDIVIESO
 
*Creo que los hijos que abandonan a sus padres, no tendrán perdón de Dios. 
 
Es inaudito ver a tantas personas mayores en las calles, pidiendo caridad, y muchas veces, hasta para llevar el sustento a sus hogares, teniendo hijos que deberían velar por ellos. 
 
Dios dijo en sus mandamientos: HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE, pero la gente no comprende este sentimiento. Da lástima ver, como estas personas que formaron hogares, trajeron hijos, los cuidaron cuando enfermaron, se sacrificaron para verlos crecer, dándoles educación para que sean personas de bien, sean olvidados por quienes recibieron todo, para que sean profesionales y puedan enfrentar el futuro.
 
Sin embargo, cuando llegaron a la cima, dieron la espalda a quienes le ayudaron: sus padres.
 
Este es el caso de mi amiga Lilita Saavedra Valdivieso, una persona de la tercera edad, con 73 años a cuestas, que, con un hijo que quien sabe dónde está; aquí, con una hija, madre de una pequeña de 4 años y percibiendo el salario básico; con un marido enfermo, que perdió la córnea izquierda por negligencia médica; en fin, con toda la tristeza en el alma, pero sin rencor, no tiene quien le brinde un bocado de comida ni cuenta con dinero para sus medicinas.
 
Es el colmo de los colmos, ni siquiera le llaman para ver como está, si vive o muere, o para darle un Feliz día en su cumpleaños o en el día de las madres. 
 
Pero, el día que cierre sus ojitos, quizás aparezcan para ver que les deja de herencia, con toda desfachatez se querrán meter en la bóveda gritando que la amaban, cuando nunca aparecieron, aunque sea un minuto, en su enfermedad y no digan que no lo sabían, porque este servidor, publicó algunos reportajes de su amiga, que de hospital en hospital salía cansada de esperar que la atiendan y seguía lo mismo, sin ninguna cura para sus males.
 
Después de un largo peregrinar por hospitales y prestadores de servicio del INSTITUTO ECUATORIANO DE SEGURIDAD SOCIAL, ninguno de los médicos que le han tratado, le dicen a ciencia cierta, la enfermedad que tiene, unos que es renal, otros que son los huesos por su avanzada edad, que es problema digestivo, que son las vías urinarias, el colon, y por último ya no puede caminar, solo pasa acostada día y noche, esperando que el Todopoderoso se acuerde de llevarla, para no seguir sufriendo como hasta ahora, pues llora a cada instante por no poder hacer sus cosas.
 
Con tantas amistades que tuvo en su juventud, cuando fue dueña de algunos restaurantes, como el famoso Cangrejo Rojo, donde presentaba show con artistas nacionales y extranjeros, con lleno total, ayudando a dar empleo a quienes necesitaban, sirviendo a políticos de la época y a “amigos” que se beneficiaron y sangraron de su amistad, esta mujer ahora está sola, triste, enferma y abandonada a su suerte.
 
Ella es Lilita Saavedra Valdivieso, una mujer que ha trabajado toda su vida, pocos meses antes de enfermar, atendía en un pequeño garaje cerca del parque Samanes, vendiendo pescado frito con patacones, encebollados y piqueos de corvina, con la sazón de Lilita, la única y última guerrera del verdadero arte culinario de Guayaquil.
 
Algunos amigos, como el Dr. Óscar Cisneros Navarro, el Dr. Wilson Franco y la Dra. Luz María Pico, le han brindado su ayuda con medicamentos, pero cada día que va a una cita le cambian las fórmulas y no tiene para comprarlas. 
 
Creemos, que, como ella todavía está pagando la afiliación voluntaria al IESS, algún directivo debería derivarla a un hospital, internarla, para determinar el diagnóstico y realizar el tratamiento adecuado, hasta el último día, para que cuando le den el alta, salga caminando y agradeciendo a quienes le ayudaron a vivir un poco más. 
 
Eso de estar de médico en médico, terminará matándola, porque muchas veces no son galenos, sino los internos que quedan en lugar de sus “maestros”. Ya a habido casos de negligencia por esta razón.
 
Como una verdadera hija del Altísimo, Lilita “ruega a Dios bendito que no le haga perder la Fe, por eso agradece a las pocas personas que están en oración por ella”. Tiene “la esperanza que Dios le ama y le devolverá la vida, porque es un Dios de milagros y sigue confiando en nuestro Señor Jesucristo”, termina diciendo Lilita, que, de aquella mujer bella en su juventud, no queda nada ahora.
 
Las personas que desean ayudarla pueden comunicarse al celular No 093 930 9939. 
 
Ayúdenme a ayudar, queridos amigos, Dios Nos bendiga.

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