EL ATRACO A LOS JUBILADOS ECUATORIANOS / EDITORIAL DE ANTONIO MOLINA

 

 

 

Es patética la expresión de los jubilados, de rechazo a la expoliación a la que están sometidos al final de sus días.

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La Patria boba

El atraco a los jubilados

Por ANTONIO MOLINA

 

·       Podría repararse este daño a los jubilados, pero se requiere una alta dosis de pulcritud, visión de futuro y tranquilidad de consciencia

 

 

     Si bien en marzo de 1828 fue creada la primera entidad de seguridad social (Caja de Pensiones), 95 años después –en 1998—la Asamblea Nacional Constituyente reformó la Constitución y estableció al IESS como la única institución autónoma y responsable de la aplicación del Seguro Social Obligatorio en Ecuador y el 30 de noviembre del 2001, en el Registro Oficial 465, se publica la Ley de Seguridad Social, que rige hasta hoy.

 

     Las cifras oficiales nos dicen que a diciembre del 2020 el IESS tenía registradas 447.824 personas jubiladas, con el ingreso de 24.412 nuevos jubilados, en ese año; pero, en el 2023 el organismo dijo que había destinado USD 5.696 millones para el pago de pensiones, que significó 8% más de lo pagado el 2022. Habrá que hacer deducciones.

 

     ¿Dónde está el atraco del IESS a los jubilados?... En el asalto de los banqueros, durante el feriado bancario de 1999, que forzó la dolarización, porque los únicos con capacidad de ahorrar para comprar dólares fueron los pudientes, de las clases sociales altas, que presionaron tanto hasta lograr que la dolarización salve al país, pero con UN dólar de 25.000 sucres, cuando la inflación forjada nos llevaba, por cierto, a una dolarización, no más allá de CINCO MIL SUCRES POR CADA DÓLAR. Abdala planteó un sistema de convertibilidad a 4 SUCRES por 1 DÓLAR.

 

     Licuado el dinero corriente (sucre por dólar) el IESS empezó a jubilar con la equivalencia de CENTAVOS de dólares, porque el sucre valía 25 veces menos, desde el 2.000, pero NO desde antes. La trampa está aquí, en haber licuado las aportaciones –a valores 25 veces menos del precio real-- de quienes iban a jubilarse. Grábese bien: ¡NO DESDE ANTES! Acuérdense que dólar costaba 20 sucres con Rodríguez Lara; con Roldós-Hurtado, llegó a 30; con Febres Cordero trepó a 100; con Borja, oficialmente el dólar valía 275, pero en el mercado libre se cotizaba a 600 sucre; con Sixto Durán creció su valor a 720 y desde Bucaram la desvalorización de la moneda nacional se fue en picada, fluctuando diariamente en torno a los 800 sucres por cada dólar norteamericano. Los ancianos trabajadores, considerados la última rueda del coche, fueron jubilados con dólar de VEINTICINCO MIL SUCRES, cuando sus aportaciones (ya dolarizadas) costaron 20 sucres, 28 sucres, 100 sucres, 175 sucres, 600, sucres, 725 sucres y 800 sucres y más. Nunca pasó de 1000 sucres por dólar, en la aportación al IESS, pero esta institución le fijó las pensiones a dólar de 25 mil sucres. ¿Está claro?... El atracador es el IESS, el Estado, los gobiernos sucedidos en este siglo, con la complicidad de esa sarta de pillos llamados asambleístas…

 

     El IESS, más perverso que Mahuad y los promotores de la dolarización de entonces, debió calcular las pensiones aportadas en sucres a su equivalencia en dólar en el momento de registrarse las aportaciones, cifras que las tiene, guardadas diariamente, el Banco Central del Ecuador. El IESS no lo quiso hacer así para atracar salvajemente a los jubilados pagándole pensiones de miseria, creando discriminación con los jubilados con sueldos recibidos en dólares. Con el dinero atracado a jubilados muertos de hambre, el IESS paga su abultada plantilla burocrática.

 

     Obvio, que hacer ese cálculo honesto abrumaría las tareas de funcionarios y empleados del IESS, pero habría evitado el castigo infame y permanente que le da a los ancianos trabajadores pasivos, que fueron por años sostén de la institución. ¿Tiempo de reparación?... Claro que sí existe, podría ser hoy, si este gobierno tuviera un destello de sensatez y honestidad para acabar con este atraco institucionalizado por el mismo Estado y de paso acabaríamos con esa vieja discusión de si las pensiones son sueldos, como efectivamente lo son, porque si dependemos de ella para subsistir, más que un salario es el principal Derecho Humano, el derecho a la vida. Esa reparación es un imperativo, pero se requiere de alta dosis de honestidad y tranquilidad de conciencia.

 

     Actualmente, existen pensionistas que ni siquiera perciben la equivalencia del salario mínimo vital, que anualmente se incrementa por su relación directa con el costo de vida y al Gobierno le vale tres atados de “chiliclines” (*) equiparar a esos valores las pensiones (este enero pago 11 dólares en vez de los 25, decretado por el gobierno), al punto que no le interesa la existencia de cada jubilado, al que considera carga social. Cantinflas, entre serio y bromas, dijo una gran verdad…”Ese seguro social, que no tiene nada de seguro ni de social”

 

     (*): Los hijos de las ladillas.

    

 

 

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