DISFRAZANDO LA CORRUPCIÓN / EDITORIAL DE ANTONIO MOLINA CASTRO
Fatalmente, Ecuador país atrapado por la corrupción institucionalizada.
--
La Patria boba
Disfrazando la corrupción
Por ANTONIO MOLINA
Más allá de identificar a los corruptos del gobierno, en los niveles que sea, y de cuantificar los montos de las pillerías, la primera pregunta que salta en mi magín ante este escándalo es… ¿qué le pasa al presidente Guillermo Lasso?, quien a mitad de su mandato acepta, implícitamente, que la corrupción le está ganando la batalla en una lucha que él mismo se la impuso. ¿Por qué digo que la acepta?... Porque busca subterfugios y términos vacuos, desvía su mirada hacia otro lado, hace la del avestruz o la del gato en vez de aceptar, honestamente, que tiene corruptos a su lado, que quiere vendernos la idea que los ecuatorianos somos “negativos”, que le creemos a la prensa que es negativista y no a los voceros del régimen que hablan en positivo. Me da la impresión que Lasso pretende construir el sutil mensaje de que la prensa, al final de cuentas, es la corrupta, como lo cree y sostiene Rafael Correa, el único Presidente – delincuente en más de 200 años de vida republicana.
Lasso debe sentirse frustrado al percatarse que el funcionario escogido resultó ser “un pillo de siete suelas”, como decía mi abuela Micaela; que de nada le ha valido poner en vigencia la Cartilla de Honestidad que debe observar todo funcionario público, la creación de la Secretaría anticorrupción que funciona a su lado, en el mismo Carondelet, ni la reciente reunión de autoridades y representantes de las instituciones del Estado para adoptar medidas contra esa pandemia social, que sólo la convocó cuando estalló en la prensa las “virtualidades negativas” del ministro de Electricidad que ofrecía pagar 200 mil por cargos en Petroecuador y vendía en esas sumas de dinero las supervisiones minera de su ministerio. Guardando silencio frente a los hechos, siendo indiferente ante las evidencias mostradas o simplemente desconociéndola NO significa que NO exista la corrupción. Grave error para un Gobierno que se dice honesto.
Quienes votamos por Lasso lo hicimos para NO apoyar al candidato correísta, porque correísmo equivale a corrupción. Para el Banco Mundial, el 88,1% de los ecuatorianos cree que por lo menos la mitad de los políticos está involucrada en actos corruptos; incluso, el 31,5% estima que todos son corruptos. Casi la mitad de los encuestados (45,7%) cree que la corrupción en Ecuador es un problema institucionalizado, conclusión a la que se llegó tras estudiar el tramo final de la administración de Rafael Correa. Según ese estudio, Ecuador es el cuarto país de la región afectados directamente por la corrupción, con un 26,6%, solo superado por Bolivia (38%), México (32,2%) y Paraguay (28,3%). Estas cifras bastaron para delinear una política anticorrupción que el propio Lasso no aplica para no afectar a sus amigos (Juan José Pons y Javier Vera Grunauer), que realmente NO son sus amigos porque se aprovechan de su amistad y su condición de presidente de la República para delinquir. Mientras más amigos somos de alguien, más honestos debemos ser con él.
La corrupción NO se la proclama, se la practica… Así le dije a mi esposa el día que me pidió una botella de whisky para entregársela al profesor porque mi hijo, estaba perdiendo el año por vago. Le di no sólo una sino dos botella, pero llamé al profesor para indicarle que la segunda iba por mi cuenta para que cumpla, honestamente, con su misión de maestro y le advertí que revisaría los exámenes. Mi hijo estudió en vacaciones, pasó de año en abril y hoy me lo agradece. En el gremialismo pasó algo igual, aplacé por varios meses que un tesorero entregue las cuentas --que se había tomado los fondos de la UNP en provecho propio-- porque temía al “qué dirán”, pero tuve que cumplir mi responsabilidad de presidente: la justicia encarceló al tesorero y cuando fue liberado me agradeció por la lección para él y su familia; pero, en cambio, los frenéticos pillastres de la institución destrozaron un cuadro con mi foto, guindado en la pared, lo patearon y se orinaron sobre él por haber atentado contra la corrupción.
Hoy reafirmo que la lucha contra la corrupción NO hay que proclamarla sino ejercerla con dureza y la ley en la mano… Ahora la disfrazamos, la llamamos percepción, influjo psíquico o difamación de la prensa corrupta.
Comentarios
Publicar un comentario