LA GUERRA DEL FÚTBOL.../ EDITORIAL DE ANTONIO MOLINA CASTRO
La Patria boba
La guerra del fútbol…
Por ANTONIO MOLINA
El fútbol desata pasiones --encasilladas en la gama de ambiciones y frustraciones—y entre sus seguidores existe una inmensa mayoría fanática, que en toda la acepción del término fanatismo, dice: “es el apasionamiento o actividad que se manifiesta con pasión exagerada, desmedida, irracional y tenaz de una religión, idea, teoría, cultura, deporte, estilo de vida, persona, celebridad o sistema de organización humana”.
Hace pocas horas comenté una opinión del periodista deportivo Jorge Guayaquil sobre el arbitraje (hombre y máquina) del reciente encuentro entre Brasil y Ecuador puntualizando el haber descartado el chauvinismo, tan invocado en estas rivalidades, porque ya produjeron en 1969 una guerra armada, NO futbolística, entre Honduras y El Salvador, dos países centroamericanos vecinos, que para entonces vivían conflictos socio – políticos, que fueron avivados por la clasificación al Mundial de México del año 70 y que confluyeron en un enfrentamiento militar, conocido por la historia como la Guerra del Fútbol que dejó unos 6.000 muertos, entre soldados y civiles.
¿Por hago referencia a esta guerra?... Obvio, por el encuentro de mañana, pero si ustedes revisan sus redes sociales de los últimos 15 días encontrarán otros elementos esclarecedores, como los relatos oficiales y oficiosos peruanos, incluyendo películas y videos, sobre la agresión peruana de julio de 1941. Los vi una y otra vez porque me llamó la atención esa propaganda belicista (a mitad de enero del 2022), porque desde 1998 vivimos en paz con el vecino país y porque en ella hace aparecer a Ecuador como agresor, cuando la historia nos muestra lo contrario, a Perú como el real invasor que nos despojó de territorios, desde la Colonia hasta la República, dejándonos en 283.561 kilómetros cuadrados. Tomé algunas notas históricas para escribir del tema y preguntarle del asunto a la Cancillería. Con el andar de los días fui entendiendo que la razón era futbolística, aunque Ecuador esté en la clasificación sudamericana, por encima de Perú con 24 puntos, 10 de ventaja de goles positivos y entre las tres mejores selecciones tras Brasil y Argentina, ya clasificadas al mundial de Qatar. Además, asimilé que la presión la tienen ellos, son los peruanos los que están obligados a ganar, para ir a Qatar, al repechaje o quedarse…
Entiendo, ahora, el gran alboroto de la prensa sureña (que sabe bien que los partidos se los gana con goles), las manifestaciones de líderes políticos y los pedidos de la Vicepresidenta de que se libere de aforo el Estadio de Lima, porque para ellos es más importante ganar a Ecuador que su población se contagie de COVID, aunque no estemos –como siempre lo ha sido-- libres de insultos, agresiones y serenatas en el sitio de hospedaje, que podría evitarse con un vuelo especial desde Santa Rosa a Lima y los jugadores bien pueden llegar 15 minutos antes del partido (9 de la noche) al Estadio Nacional.
Para el caso de la guerra real que les contaba, los resultados futbolísticos fueron Honduras 3, El Salvador 0 en el partido jugado en Tegucigalpa, el 8 de junio de 1969; en la revancha en San Salvador, jugada el 15 de junio, El Salvador 3 y Honduras 0 y en el desempate, el 27 de junio, en México: El Salvador 3 – Honduras 2. Por primera vez El Salvador asistiría a un Campeonato Mundial de Fútbol.
Un mes después, Honduras expulsó a 300 mil salvadores por la expedición de la ley de reforma agraria que la aplicó NO contra los terratenientes hondureños ni la Standar Fruit y otras empresas agrícolas norteamericanas, sino contra agricultores salvadoreños que durante los últimos 20 años habían emigrado, comprado y labrado tierras hondureñas, situación generada por un complejo y atípico problema social: Honduras es muy extenso y necesita campesinos que cultiven sus tierras ociosas y El Salvador es un país muy pequeño con una enorme población campesina dispuesta al trabajo y de mano barata.
La guerra se desató el 14 de julio de 1969 y duró hasta el 18 por lo que también se la conoce como la “Guerra de las 100 horas”, aunque es más común mencionarla como “La Guerra del Futbol”, cuyos entretelones históricos nos impele decirle a la joven selección ecuatoriana que ella es la mejor reconocida de entre todas las selecciones de fútbol que disputan la clasificación a Qatar 2022 por la prensa especializada y responsable de América y Europa, y que haga bien lo que sabe hacer: jugar al buen fútbol, porque las brujas de Salem fueron sepultadas en el Siglo XV.
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