DE BONIFAZ A YAKU... EDITORIAL DE ANTONIO MOLINA
Lcdo. Antonio Molina Castro, prestigioso periodista guayaquileño
Recordando la Guerra de los 4 días…
DE BONIFAZ A YAKU…
Dios quiera que hoy <<la sangre no suba a los tobillos>>, como en la Guerra de los 4 Días de agosto de 1932, por la insensatez de la presidenta del Consejo Nacional Electoral enredada en su propio laberinto y desbordando pasiones a raudales.
Por ANTONIO MOLINA
Cuando la irracionalidad obnubila a los actores políticos las pasiones se exacerban y arrastran a los pueblos a enfrentamientos fratricidas, como aquel de principios de la década de los 30 del siglo pasado que la historia registró como <<La guerra de los 4 días>>, originada por una tardía promulgación de resultados electorales --diez meses después de realizados los comicios-- y por el maniqueísmo de la voluntad popular.
Por aquellos años la nación estaba revitalizándose por la institucionalidad sembrada por la Revolución Juliana y la administración de Isidro Ayora quien estableció el Banco Central, creo la seguridad social incipiente como Caja de Pensiones y la banca de desarrollo con un ente que más tarde sería el Banco Nacional de Fomento. Pero, sobre todo, el país se abría a nuevas tendencias políticas como el socialismo dejando atrás los liberalismos, radical y moderado, que siguieron a la muerte de Alfaro en 1812. Estaba estructurándose el Estado.
El país se regía por la Constitución de 1928 defendida por Ayora que lanzó el pueblo a las calles, pero por la sublevación del coronel Luis Larrea Alba tuvo que entregar el poder al presidente del Senado, Alfredo Baquerizo Moreno, quien convocó a elecciones, las que se efectuaron el 20 y 21 de octubre de 1831, siendo estas las primeras elecciones libres del Siglo, sin la hegemonía liberal de Alfaro ni conservadora de García Moreno. El elegido debió asumir el cargo el 1 de septiembre de 1832.
Terciaron por la presidencia Neptalí Bonifaz Ascázubi, quien alcanzó 28.745 votos; Modesto Larrea Jijón, 19.234 e Ildefonso Mendoza, 13.255 votos. Bonifaz era hacendado y empresario, tomado como conservador; Larrea, liberal y Mendoza socialista.
LAS MANOS SINIESTRAS
El Tribunal Supremo Electoral contó los votos sin problemas de impugnaciones, pero las manos siniestras no aparecieron en ese tribunal para burlarse del pueblo elector sino en el Congreso Nacional, donde el ganador Neptalí Bonifaz fue descalificado como presidente electo por 46 votos y 38 votos en contra, con apenas una diferencia de 8 votos infamantes que nos llevaron a la guerra fratricida.
Tras la decisión del Congreso el país fue envuelto en pasiones de uno y otro lado. De quienes aseguraban que Bonifaz era de nacionalidad peruana y los que decían lo contrario, que era ecuatoriano que inclusive había presidido el Banco Central del Ecuador en la administración de Isidro Ayora. Realmente, Neptalí Bonifaz Ascázubi era ecuatoriano nacido en Quito, de padre peruano (Secretario de la embajada peruana) y madre ecuatoriana de noble abolengo.
LA COMPACTACION OBRERA
Bonifaz fundó la Compactación Obrera Nacional, una organización sindical católica que fue la base de su votación y que le sirvió para sus movilizaciones de reclamo al Congreso que fueron creciendo hasta que a fines de agosto estalló la guerra. La compactación tiene un símil a la CONAIE de hoy que defiende los votos de Yaku.
Al grito de ¡Viva la Constitución! Los compactados se alzaron en armas junto a 4 batallones acantonados en Quito, al mando del general Ángel Isaac Chiriboga y la defensa de la Capital estuvo a cargo del coronel Carlos Salvador.
El 28 de agosto empezó el enfrentamiento en las calles y plazas de Quito. Se disparaba en los portales, desde ventanas y techos de las casas. Se dio un reguero de sangre que en verdad llegó hasta los tobillos, como había advertido Bonifaz.
UNOS 2.000 MUERTOS
No han sido registradas cifras exactas, pero algunos historiadores nos hablan de 2.000 muertos para el 1 de septiembre cuando intervino la OEA que, con el Cuerpo Diplomático, logró que cesen los enfrentamientos y los contendientes firmen un armisticio, ese mismo día en que estaba previsto que Bonifaz se ciñera la Banda Presidencial. Hoy, en cambio, el acuerdo –aunque roto—se dio antes de un eventual enfrentamiento entre los reclamantes de los votos.
De vuelta al presente, tenemos: Un Consejo Nacional Electoral irresponsable que no atina a garantizar comicios transparentes porque sus integrantes –que deben ser árbitros imparciales de las elecciones—no pueden arbitrar con honestidad porque temen afectar a los partidos políticos que ellos representan.
INCENDIO IRRESPONSABLE
El indigenado se cree triunfador porque su representante y presidenta del CNE, Diana Atamaint, que a la vez es militante de Pachakutik, anunció que el candidato Yaku Pérez era el segundo finalista para la segunda vuelta electoral del 11 de abril, pronunciamiento hecho antes de terminal los escrutinios.
Ella desató un incendió sin razón aparente que los indígenas aparentemente hoy pretenden extender a todo el país para imponer por la fuerza los resultados electorales que aún no terminan ni se han sido proclamados. El anciano líder populista Velasco Ibarra dijo una gran verdad sobre este capítulo de la historia nacional: <<Una mayoría de diputados sin conciencia, mediante una sola moción farisaica, burló la elección ya consumada, y así quedó burlado el pueblo ecuatoriano>> (Dr. J.M Velasco Ibarra.- Conciencia y barbarie, Pág. 52).
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